Leyendo el periódico hoy por la mañana meditaba en algo que he dicho muchas veces, las malas noticias no son la mejor motivación para iniciar el día.
Cada día tenemos una nueva oportunidad para hacer grandes cosas. Terminar lo que no concluimos ayer, hacer lo que no nos atrevimos a hacer, alcanzar metas, ir a donde no hemos ido, hablar con quien no hemos hablado, en fin un sin número de acciones que pueden cambiar el rumbo de nuestras vidas.
Pero, ¿qué sucede cuando lo que primero que nuestra mente, alma y espíritu reciben en la mañana son únicamente malas noticias?
Quizá nuestros anhelos se vean mermados por el temor que infunde en nosotros el ver lo precario del mundo en que habitamos. Regularmente esto es lo que ocurre. Pocas veces el efecto es el contrario, el pensar que podemos hacer algo para cambiar la situación a nuestro alrededor.
Es preocupante ver que algunos utilizan las malas noticias para comercializar sus productos, y peor aún, es escuchar una conversación en la que el centro de la misma solo muestra lo malo y no aporta una solución, por mina que esta fuera, podría significar mucho.
Iniciar el día buscando buenas noticias refresca nuestra visión de lo que será el día y buscar una pequeña solución o como evitar una mala noticia puede afectar la vida de unos cuantos y multiplicarse al pasar el tiempo.
¿Será una ilusión mía únicamente?
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